Aquellas canciones que escuchábamos siendo pequeños en los coches de nuestros padres, aquellos cuentos navideños que leíamos frente a la chimenea o aquellas increíbles galletitas de jengibre que hacíamos con nuestras abuelas cada veinticuatro de diciembre, todas son tradiciones, y las buenas tradiciones hay que conservarlas, y para conservarlas lo mejor es la Navidad. Sin embargo, las buenas tradiciones no son lo único que debemos agradecer a la llegada de estas mágicas fiestas…

El hogar: adoramos estar en casa, disfrutando de nuestra taza de chocolate caliente sin preocupaciones, pero… ¿cuándo más podemos disfrutar de este vicio de estar en casa rodeados de los nuestros? La respuesta es tan obvia que asusta: nunca. En nuestro día a día estamos tan preocupados por llegar a tiempo a nuestros compromisos, acabar esa tarea de mates o estudiar ese exámen de historia que no nos da tiempo a pararnos a apreciar el hogar.

La familia: creo que todos conocemos esa sensación de recibir vete-tú-a-saber-cuántas llamadas de tu abuela o tu tía al día, pero, ¿alguna vez te has parado a pensar por qué no es posible que te lo digan todo de una sola vez? Bueno, tengo varias hipótesis, pero todas acaban en una sola conclusión: carencia de contacto directo. Estas fiestas unen a las familias, aquello que no se te ocurre contar por llamada a tu abuela, lo hablas con ella en la cena de Navidad. Se olvidan las discusiones familiares y cualquier chiste de tu tío que antes podría no resultar gracioso, ahora sí lo es porque te has contagiado de la alegría navideña de toda esa gente que quieres y te quiere y que jamás va a darte la espalda.

No sé exactamente lo que hacen estas fiestas en la gente, pero curiosamente logran unir a gente de distintas generaciones, distintos puntos de vista… Y generar recuerdos que reaparecen todos los años en la siguiente cena de Navidad, y en la siguiente, y en la siguiente… como pequeños recordatorios que indican que, por mucho que pase, una familia siempre será una familia bajo efectos de las luces de Navidad.

Todos esos olores, sabores y sensaciones rematadas de un toque de alegría que nos inspiran estas fiestas que tanto nos gustan son solo la punta del iceberg de lo que nos deparan estas maravillosas fiestas. Por esto, el equipo de la revista queremos aportar nuestro granito de alegría navideña deseándoos a todos que paséis unas felices fiestas con vuestros seres queridos y un próspero año nuevo.

ARIADNA CIFUENTES