Las inmensas gotas de sudor no paran de caer por su frente. Una frente brillante, sin arrugas, la de una joven llamada Amina. Transcurren los minutos y ese calor interno no para de aumentar. Además, la vestimenta que lleva no ayuda: un largo velo que recorre cada milímetro de su cuerpo. 

Amina nunca hubiera imaginado que tendría que vivir esta pesadilla. Desde pequeña soñaba con ser una mujer decida e independiente, una mujer capaz de tomar ella misma sus propias decisiones, sin ayuda de un hombre. En definitiva, soñaba con ser la mujer que su madre no pudo ser. Y es que tan solo con 15 años la madre de Amina la trajo al mundo, un mundo lleno de injusticias, que obliga a millones de mujeres a vivir una vida infernal. 

Un ensordecedor ruido le devuelve a la realidad. Observa a su alrededor: un gran barullo de gente corriendo de un lugar a otro. Madres e hijos corren por las aceras de las calles intentando llegar a algún lugar mejor, un hogar en el que haya libertad. Tras todo este jaleo, Amina consigue escuchar una voz de alguien conocido, de su hermana mayor. “¡Amina, corre, ya nos queda poco tiempo para escapar!”

Mientras Amina, su hermana y todas esas personas inocentes huyen a toda velocidad, un gran estruendo se escucha a lo lejos. Bombas y disparos que solo pueden significar una cosa: los talibanes han tomado Kabul. 

PAULA MURILLO